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  • Las que dedicaron su vida a los trabajos agrícolas. Sedentarias.
  • Las nómadas. Matriarcas como Sara, Agar, Rebeca y Raquel.
  • Las bellas y sabias con poder: Cleopatra e Hipatia.
  • Las seguidoras de Jesús, apoyando y demostrando la sensibilidad de una espiritualidad de resurrección: Magdalena y Febe.
  • Las indígenas que son ejemplo de fidelidad y resistencia, el principal vehículo de mestizaje a través de los hijos.
  • Las mujeres destacadas en América Latina y Europa que a partir de la Independencia de América del Norte y de la Revolución Francesa del siglo XVIII transformaron la sociedad hacia la Época Contemporánea.
  • Siglo XIX las que, contra leyes y costumbres, accedieron a los estudios reservados a los hombres.
  • Las que han sido elegidas para gobernar una nación, mostrando una parte de la sin razón del patriarcado.
  • Las reconocidas seguidoras de Jesús, enaltecidas por la Iglesia como santas
  • Y también las que habiendo seguido a Jesús de modo ejemplar se revelaron contra el modelo patriarcal de la Iglesia y su santidad aún no es reconocida.

Podríamos seguir la lista que es interminable de mujeres artistas, médicas, maestras, profesoras, científicas, premios Nobel, teólogas y santas. Pero también de mujeres cercanas para nosotros hoy: madres, abuelas, hermanas, amigas, compañeras de vida, que con su convicción y con su lucha señalan el camino. 

En nuestra América y también en nuestro país, destacadas teólogas nos mostraron y nos muestran la realidad de la mujer en las iglesias y en el mundo.

Entre ellas Teresita Porcile en Uruguay, con el aporte de innumerables  publicaciones, muy cercana a las mujeres sencillas y más pobres, y en Brasil: Ivone Gebara. 

Ésta última cuando estuvo en Montevideo el año pasado nos decía: “cuando hablamos de género tenemos que entender que el femenino y el masculino son solo palabras para expresar realidades humanas con un sentido inagotable, pero, ¿qué hay detrás de los géneros atribuidos a las personas? ¿Qué ocurre cuando fundamos en estas construcciones nuestro bien y nuestro mal?; y juzgamos y condenamos a las personas a partir de esas reglas”

Vivimos una época donde la lucha de la mujer por defenderse de las violencias que vienen del mundo patriarcal ha tenido como respuesta las peores de las violencias. Unos días y otros también son víctimas o espectadoras de terribles femicidios.

Es por eso que, para este 8 de marzo, en el mes de la mujer convocamos a todo el pueblo para marchar juntos por 18 de julio para decir una vez más: No a la discriminación y al sometimiento. Si a la equidad de género en todos los ámbitos, para que las mujeres puedan gozar de sus derechos, y desarrollando a pleno sus capacidades y virtudes, contribuyan de manera decisiva en la humanización de nuestras familias, de nuestras comunidades y de nuestra sociedad toda.

La lucha por la dignidad de las mujeres se convierte en una forma de luchar por la dignidad de los hombres también, pues no hay dignidad propia si tu prójimo o próxima no la tiene.

Creemos que las mujeres juntas, tienen poder suficiente para cambiar el mundo en la lucha contra todas las formas de violencia y dominación.

Convocamos a las mujeres acompañadas por sus compañeros de vida, sus esposos, sus hijos, sus padres y hermanos; para vivir una vez más una jornada de reivindicación por los derechos que aún es necesario conquistar.

Es un problema que no solo afecta a ellas sino también a los hijos, la familia y la sociedad.

Es necesario ser sensibles a estas demandas tan justas para que nuestra patria sea una CASA COMÚN para todos, donde se viva la fraternidad en un clima de amor, de paz y de concordia.

Equipo Coordinador de Cristianos en Red

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