Desde hace décadas, los productos agroecológicos son una garantía tanto de salud para el consumidor como de uso sostenible del medio. Así lo dice la evidencia científica. En nuestro país, detrás de estos productos hay cientos de personas con una gran experiencia acumulada. Son personas que se adelantaron a su tiempo en una producción que hoy la emergencia ambiental mundial señala como imprescindible. En las últimas cuatro décadas, las personas vinculadas a la producción y consumo de productos agroecológicos del Uruguay han constituido una formidable comunidad de pares, con un funcionamiento colectivo que fortalece el tejido social. Valoremos su conocimiento. 

                                                                                  

24 de abril de 2020

COMUNICADO PÚBLICO de Cristianos en Red Uruguay.

En el actual contexto de crisis económica y social originada por el COVID 19, Cristianos en Red, espacio horizontal de participación, encuentro y articulación de grupos y comunidades cristianas de la Iglesia Católica Uruguaya, expresa su preocupación e interés en la necesidad de una  toma de conciencia de nuestra responsabilidad como cristianos, lo cual nos lleva necesariamente a pensar, discernir y actuar en función de los sectores más vulnerables y afectados de la sociedad.

Esta mirada debe estar centrada en la dignidad de la persona. La actual situación de crisis en la cual estamos insertos, requiere respuestas efectivas y a tiempo, basadas en la solidaridad,  la misericordia, la equidad y la justa distribución de los bienes. La atención de las necesidades básicas debe de ser asegurada por el conjunto de la sociedad y a todas las personas y en todo momento, por ser derechos básicos fundamentales e inherentes a la dignidad humana.

En el contexto de una sociedad democrática, cada actor deberá elaborar una respuesta desde su responsabilidad y libertad. Somos conscientes y respetamos el rol de los diferentes actores de nuestra sociedad, sus deberes y derechos.

Alentamos a generar espacios, donde respuestas diversas a la coyuntura puedan considerarse, debatirse y perfeccionarse con el debido rigor técnico, pluralismo democrático y ética ciudadana y solidaria. Exhortamos a que todos, corresponsablemente, podamos dar la respuesta  que la situación actual necesita, teniendo  muy presente y en primer lugar, a las personas y familias que hoy están sufriendo en forma directa la actual crisis generada por esta situación de pandemia. 

“No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos”[1], debemos desde nuestras comunidades, alentar una reflexión y una acción sincera sobre los modos de actuar ante esta realidad, privilegiando la cercanía a los más necesitados.

 

[1] Meditación del Papa Francisco con motivo del COVID-19, abril 2020

A los hermanos y hermanas de los movimientos y organizaciones populares (Ciudad del Vaticano, 12 de abril de 2020)
 
 
Queridos amigos
 
Con frecuencia recuerdo nuestros encuentros: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra y les confieso que esta "memoria'' me hace bien, me acerca a ·ustedes, me hace repensar en tantos diálogos durante esos encuentros y en tantas ilusiones que nacieron y crecieron allí y muchos de ellas se hicieron realidad. Ahora, en medio de esta pandemia, los vuelvo a recordar de modo especial y quiero estarles cerca.
 
En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos.
 
Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico. Muchas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios. Sin embargo, no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común. Esta actitud de Ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho.
 
Pienso en las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños, pienso en los enfermos, pienso en los ancianos. Nunca aparecen en los grandes medios. Tampoco los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo. Quiero que sepan que nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción.
 
Qué difícil es quedarse en casa para aquel que vive en una pequeña vivienda precaria o que directamente carece de un techo. Qué difícil es para los migrantes, las personas privadas de libertad o para aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones. Ustedes están ahí, poniendo el cuerpo junto a ellos, para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas. Los felicito y agradezco de corazón. Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir.
 
Sé que ustedes han sido excluidos de los beneficios de la globalización. No gozan de esos placeres superficiales que anestesian tantas conciencias. A pesar de ello, siempre tienen que sufrir sus perjuicios. Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente. Muchos de ustedes viven el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja. Los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado. Ustedes, trabajadores informales, independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable para resistir este momento ... y las cuarentenas se les hacen insoportables. Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos.
 
También quisiera invitarlos a pensar en "el después" porque esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son unos improvisados, tiene la cultura, la metodología pero principalmente la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio. Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones... que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades.
 
Sigan con su lucha y cuídense como hermanos. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los bendiga, los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles esa fuerza que nos mantiene en pie y no defrauda: la esperanza. Por favor, recen por mí que también lo necesito.
 
Fraternalmente, Ciudad del Vaticano, 12 de abril de 2020, Domingo de Pascua.

Desde nuestra parroquia Santísima Trinidad:
Una impresión a manera de reflexión y oración en torno a la homilía de Francisco durante la bendición Urbi et Orbi:
La esperanza se regenera constantemente en nosotros en estos tiempos, porque somos capaces de esperar contra toda esperanza (Rom 4, 18-21).
En los días que vamos pasando en casa, y en ocasiones salidas por necesidades, especialmente por manutención…, la sensación que predomina parece ser la expectativa del “qué pasará” ante una innegable realidad que nos envuelve, el Covid-19 y sus consecuencias…Nuestra fragilidad humana se expresa en sentimientos como el miedo, la inseguridad…y nos desinstala a todos, y nos deja expuesto para sentirnos necesitados, “el bien común” ha renacido en nuestro corazón pero de otro modo, mostrando su faceta virtual de presencia y esperanza, por sobre todo al Dios esperanza, nuestro único refugio seguro: en Dios ha renacido nuestra esperanza. Hoy Dios es el más recordado y mencionado en las redes... ¿una oportunidad para renovar nuestras convivencias, reavivar nuestra fe? Queda todo cuestionado-interpelado en nuestro corazón y se nos pregunta si aún permanece nuestra fe: fe de seguir esperando tiempos mejores, fe de animarme a cambiar paradigmas que no me sirven, fe que vuelve a acoger el don que no depende de nuestras fuerzas humanas, ni de nuestra inteligencia, ni de nuestras agendas ni de nuestros compromisos habituales…; mientras que muchas veces hemos enfocado la atención en otro lugar, menos en el prójimo para construir puentes de fraternidad. Definitivamente, nos dejamos interpelar por la realidad y entonces, en nuestra vida vuelve a retoñar la posibilidad de una verdadera conversión, que es un don de Dios.
Hemos hecho mucho con nuestras acciones para movernos y quedarnos solos (incluye la relación hermética con los que me llevo bien o me caen bien o de mi círculo), y en las tormentas de la vida, en la crisis empezamos a comprender que “nadie se salva solo” “solos nos hundimos” NOS NECESITAMOS. Estamos invitados en estos momentos de miedos y amenaza (Covid-19) a sembrar y a valorar el sentido del cuidado corresponsable (este cuidado corresponsable y solidario se ha visto y se sigue viendo como una realidad concreta en nuestra parroquia, la gente van acercando su colaboración para compartir con los más necesitados, esta campaña solidaria continúa gracias a iniciativas generosas de personas vinculadas a nuestra parroquia).
En estos tiempos que estamos atravesando “la oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedores” es muy valiosa e indispensable la oración de intercesión “por el bien de todos”, y por qué no, es la oportunidad de encarnar, acompañar y nutrir el bien común espiritual por medio de los mensajes, llamadas y encuentros virtuales vitales, cuyo calificativo es oportuno, comprensible y virtuoso para estos tiempos inciertos. También la esperanza se asoma con su brisa a través de la ventana virtual vital (por ser vital alimenta nuestro vínculo en la esperanza).
Tiempos de incertidumbres y terreno fértil en nuestro corazón para los sentimientos más negativos, pero también fértil para crear y recrear la paz, la fraternidad, la esperanza asida en la Cruz de Jesús que nos encamina hacia la Vida verdadera.
“Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad [por ejemplo hospedar al semejante en nuestra vidas a través de una llamada o video llamadas, hospedar sus tristezas y esperanzas…hospedar a los demás en la casa de nuestra oración cotidiana], de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza” AÚN QUEDA POR RECORRER PERO NO ESTAMOS SOLOS…
La cruz, nuestro ancla de esperanza segura, acompañada por nuestra madre María para vencer el miedo y permanecer con ella junto a su hijo Jesús, porque somos vulnerables. SEÑOR YO NO PUEDO TÚ PUEDES, SEÑOR NOSOTROS NO PODEMOS PERO TÚ PUEDES. AYÚDANOS! “Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengan miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7)” Tu cuidado está y es de esperanza, tu cuidado está y es de ternura, aún en los tiempos difíciles. CONTIGO SEÑOR PODEMOS, CONTIGO DESPERTAMOS LOS TALENTOS QUE NOS REGALASTE PARA COMPARTIR CON LOS DEMÁS…
QUE SANTO DOMINGO INTERCEDA POR NOSOTROS JUNTO A LA MADRE DE JESÚS EN ESTOS TIEMPOS DE OPORTUNIDAD Y ESPERANZA!!! ABRAZO ATENTO Y FRATERNO.

foto de INFOBAE

A los emprendimientos, nacionales o internacionales, que dañan la Amazonia y no respetan el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, hay que ponerles los nombres que les corresponde: injusticia y crimen. Cuando algunas empresas sedientas de rédito fácil se apropian de los territorios y llegan a privatizar hasta el agua potable, o cuando las autoridades dan vía libre a las madereras, a proyectos mineros o petroleros y a otras actividades que arrasan las selvas y contaminan el ambiente, se transforman indebidamente las relaciones económicas y se convierten en un instrumento que mata. Se suele acudir a recursos alejados de toda ética, como penalizar las protestas e incluso quitar la vida a los indígenas que se oponen a los proyectos, provocar intencionalmente incendios forestales, o sobornar a políticos y a los mismos indígenas. Esto viene acompañado de graves violaciones de los derechos humanos y de nuevas esclavitudes que afectan especialmente a las mujeres, de la peste del narcotráfico que pretende someter a los indígenas, o de la trata de personas que se aprovecha de quienes fueron expulsados de su contexto cultural. No podemos permitir que la globalización se convierta en «un nuevo tipo de colonialismo» Papa Francisco en "Querida Amazonia (nº14)"

¿Cómo estamos procesando en Uruguay los conflictos entre los grandes proyectos económicos, el respeto de los derechos humanos de la población vulnerada por ellos y la riqueza natural de nuestro territorio?

Texto Completo de la Exhortación Post-Sinodal "Querida Amazonia"