Así lo anunció el Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla, señalando que se trata de una “buena noticia” que “nos llega de alegría”, referida a “una figura entrañable para la Iglesia uruguaya y la Iglesia de Montevideo” e invitó a pedir su intercesión con vistas a su beatificación y canonización.
El Arzobispo de Montevideo informó que el postulador de la causa, Pbro. Daniel Bazzano, realizó “un trabajo muy bien hecho” de acuerdo al procedimiento, que incluyó una breve biografía y el relevamiento de testimonios de personas que conocieron al Padre Cacho, que permitió verificar que realmente su vida fue ejemplar y virtuosa.
BREVE BIOGRAFÍA
Ruben Isidro Alonso nació el 15 de mayo de 1929. Hijo de los primos Dámaso Alonso, panadero, y María Alonso, lavandera. A los 12 años ingresó a la casa de formación de la congregación salesiana. Se ordenó sacerdote en noviembre de 1959. El Concilio Vaticano II, el despertar de la voz de la Iglesia latinoamericana con Medellín y Puebla, la Teología de la Liberación y la Educación Popular constituyeron un escenario donde se proyectó desde su vocación.
Trabajó como catequista en Montevideo y Paysandú; en 1973 lo nombraron primer Asesor Diocesano de la naciente Pastoral Juvenil de Paysandú. En 1975, con dos compañeros salesianos, inspirados en la experiencia de los curas obreros, se fue a vivir a un barrio en los márgenes de la ciudad de Rivera. En el año 1977 llegó a Montevideo deseoso de profundizar en esa manera de vivir su sacerdocio: ser un vecino más. Así descubre la zona de Aparicio Saravia, el lugar de sus amores, donde plantó su tienda para no marcharse jamás.
“Siento la imperiosa necesidad de vivir en un barrio de pobres y hacer como hacen ellos. Necesito encontrar a Dios entre los que más sufren… Sé que vive allí, que habla su idioma, que se sienta a su mesa, que participa de sus angustias y esperanzas”, le plantea al entonces Arzobispo de Montevideo, Mons. Carlos Parteli.
En el barrio, Cacho encontró hombres salidos de la cárcel, mujeres solas, familias que vivían de la basura, jóvenes sin proyecto ni posibilidades. Niños condenados al círculo perpetuo de la pobreza. Personas que perdían antes de jugar o que ni siquiera participaban del juego. Se encontró con la injusticia, la impotencia, la desesperanza y la falta de autoestima de la gente. Supo captar con gran agudeza la complejidad de las situaciones de pobreza. Vio que tenían nombre y apellido, gestos, historias.
El 4 de setiembre de 1992 parte su cuerpo en un carrito tirado por un caballo blanco. Una caravana silenciosa de hombres, mujeres, niños y perros lo acompañan.
Fuentes:http://iglesiacatolica.org.uy y http://salesianosuruguay.com.uy